Así mismo.
El ethos de la profesión nos permite comprender los procesos de identidad de sus agremiados, en tanto implica la conformación de un habitus incorporado a la personalidad individual, que como producto de la socialización de los individuos expresa una posición de clase y una trayectoria, lo que hace que se compartan visiones similares del mundo social y profesional. Es decir, el ethos representa una forma de producción cultural por el encuentro de trayectorias socialmente condicionadas que conduce a la conformación de una identidad profesional dentro de campos socialmente estructurados, por lo que se relaciona a las características del habitus como conjunto de disposiciones internas, que a la vez son condicionadas socialmente.
Resalta así la importancia de los procesos de socialización durante la formación profesional de los que aspiran a ser parte del gremio profesional. Los procesos y espacios de socialización en el contexto educativo son fundamentales para la construcción de una identidad profesional, en tanto configuran los marcos referenciales para la “aprehensión” de los conocimientos disciplinares y profesionales, así como para la construcción de significados y representaciones sobre su realidad curricular, social y profesional, es decir, interiorizan, además de una cultura disciplinaria, el mundo institucionalizado de la profesión, que como universo simbólico y cultural incluye la adquisición de saberes específicos o “saberes especializados” y normas que se reconocen socialmente para el desempeño de un rol profesional